Forrester publicó a mediados de este año un estudio de investigación sobre un área de la tecnología que las empresas ya estaban considerando ampliamente antes de la pandemia: la automatización.
El informe indica que las compañías después de esta crisis buscarán reducir su exposición a interrupciones futuras del negocio provocadas por el hecho de tener a personal humano desempeñando la mayor parte de sus funciones y procesos.
A medida que vayamos saliendo de la recesión económica provocada por el Covid 19 las compañías buscarán la automatización para mitigar los riesgos futuros que estas crisis provoquen en el suministro y productividad de la mano de obra humana.
La razón principal por la que muchas empresas se deciden por fin a comenzar su transformación digital es la supervivencia. El poder interactuar en un mundo cada vez más digital depende de si la empresa se ha embarcado ya o no en el proceso de la transformación digital, en la automatización de sus procesos.
Supone un cambio radical en la organización empresarial, un cambio del modus operandi y de la relación con todos, socios, clientes, trabajadores.
La transformación digital conlleva un reto, implica fuertes dosis de innovación, hacer frente a la resistencia al cambio que gran parte del personal puede presentar, imponerse a viejas pautas organizativas obsoletas y capear en muchas ocasiones con bajos presupuestos para su implantación.
Romper con antiguas estructuras que ya no responden a la demanda del cliente ni del negocio será difícil pero necesario para salir airosos ante el reto. Una nueva imagen, una nueva cultura en la organización y nuevos procesos serán claves.
No hay reglas establecidas para su desarrollo, y la ruta será distinta para cada empresa según su industria, sus necesidades comerciales y sus clientes. Cada empresa tiene su propia identidad y esencia pero habrá pautas comunes en la evolución del mismo.