Mi amiga Claudia y su marido después de un par de semanas que se les hicieron eternas por fin iban a adquirir un coche de renting. Habían estado visitando páginas en internet que no les convencieron mucho y finalmente no les quedó otra opción que acudir presencialmente a varios concesionarios, hasta que dieron con el “adecuado” y presentaron toda la documentación solicitada para realizar el scoring financiero. Después de dos días de espera les confirmaron el OK, habían pasado el scoring. Quedaron con el concesionario en que iban a leer el contrato y lo firmarían ese mismo fin de semana. Estaban super contentos, querían el coche para salir y visitar pueblos y provincias de alrededor, ella acababa de sacarse el carnet así que había que aprovechar.
Mientras tanto las noticias sobre la pandemia y la situación en Madrid empeoraban, estábamos a mediados de Octubre y lo que contaban en televisión no era nada esperanzador. Aquel mismo fin de semana anunciaron que la Comunidad de Madrid quedaba confinada y se percibía que las cosas no iban a mejorar por un largo período de tiempo, hablaban de Marzo del año que viene… Mi amiga y su marido se lo pensaron mejor, calcularon costes y lo que les supondría estar pagando por un coche que quizá no podrían usar en mucho tiempo, y decidieron aplazar el renting.
Esto que os cuento es un caso real, ¿y cuántas veces ocurre? Más de las que creemos, el cliente ya se ha decidido y de repente, se alarga la tramitación, se tarda en darle una respuesta, se le da tiempo para pensar.. Resumiendo, el cliente se enfría..